La felicidad que he venido buscando con tanto afán, no se encuentra en las cosas materiales ni en otras personas; se encuentra dentro de mí misma. Lo importante no es tener mucho, sino apreciar, valorar, agradecer, aprovechar y disfrutar lo que tengo. Me Deshago de una vez de la creencia de que necesito demostrarle a los demás mi valía para que me respeten, me valoren o me admitan.
Mi propio valor personal brillará mucho más si actúo con naturalidad y sencillez. La arrogancia y la soberbia no me brindarán el respeto de nadie. Seré yo misma. Yo valgo por lo que soy, no por lo que pretenda mostrar o aparentar. Buscar siempre a quién echarle la culpa de todo lo que me pasa en la vida, intentar culpar a otros, a las circunstancias, a la suerte (buena o mala), o al destino, no me solucionará nada.
Me hago responsable, tomo en mis manos las riendas de mi propia vida. No me quejaré de nada, si lo que me molesta tiene solución lo arreglaré, si no, olvidaré. Yo puedo elegir entre amar o lamentarme por los que no me aman, agradecer por lo que tengo no me lamentare por lo que me falta. Tener esperanzas en las cosas que puedo realizar, o lamentarme por las que no hice. No le daré vuelta a los pensamientos tristes, buscare lo alegre y lo sano. Enfrentare mis problemas como retos a vencer.
Seré entusiasta y optimista en todo lo que haga. Llenare mi mente de buenas noticias. Disfrutare lo que tengo y seré agradecida. Me sentiré viva, observare lo hermoso que hay a mí alrededor y disfrutaré, está ahí para mí. Le daré a las cosas su justa importancia y no me preocupare por tonterías. No criticare. Perdonare, el rencor es una pérdida de tiempo y terrible para mi salud. Seré comprensiva con la gente. La felicidad no es un destino, es un camino.
Yo soy libre, y cada nuevo día es una nueva oportunidad para ser feliz. Entonces viviré cada día, el hoy es lo que importa, el ayer ya paso y no hay porque recordar o lamentar, contare lo que puedo hacer para reponerme, hoy me levantare y continuare mi camino.